Y entonces se dio cuenta:
nunca había deseado algo con tanta fuerza.
Querer y no poder.
Ese era su lema.
Y lo sería durante mucho tiempo.
Ella era de esas personas desconfiadas,
de las que va por la calle escuchando música mientras observa cómo gira el mundo,
y no precisamente entorno a ella.
¿Por qué se le iba a dar algo bien?
Ella nunca llegaría a ser como él.
No le llegaba ni a la zuela de su zapato. Y lo sabía.
Oh, cuánto deseaba volver a subir a un escenario-
Cuánto deseaba volver a oír esos aplausos y halagos, sólo para ella.
Cuánto deseaba decirle al mundo que adoraba cantar y, aún más, acariciar las teclas de un piano
y sentir cómo la música entra en su cuerpo... y que no volviera a salir.
Cuánto lo deseaba.
Y cuánto lo sigue deseando.
Mientras, ella queda en la sombra.
Sintiéndose ridícula con cada nota que sale de su garganta
mientras él triunfa y consigue lo que sueñan los dos.
Querer y no poder.
Querer, y no tener cojones para hacerlo.
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