21 marzo, 2012

Como si no muriese de necesidad.

Night is purer than day; it is better for thinking and loving and dreaming.
At night everything is more intense, more true.
The echo of words that have been spoken during the day takes on a new and deeper meaning.
- Elie Wiesel

Querido Albert.

 Hace tanto que no te veo en mis sueños. Ya no consigo verte aunque quiera. Mi subconsciente sólo jugaba a joderme dibujando escenas y escenarios donde aún me besabas y decías que alcanzaríamos el cielo... Qué ironía, fue el cielo lo que cayó encima de mí cuando dejaste mi vida.
 Ya soy feliz, o eso creen.
 Ahora sonrío y me paso los días riendo y por ello todos piensan que he superado todo y que soy fuerte... pero yo no sé aún qué pensar.
 Es cierto, ya no te sueño. Ya no me cuesta tanto dormirme ni me acuesto con miedo a verte cuando cierre los ojos. Ya no despierto las madrugadas llorando, gritando tu nombre, pidiendo que vuelvas. Ya no grito, no... eso es lo peor, que ahora todo queda en mí. Estabas tan dentro de mí que cada vez lo estás más y llegará un momento que será imposible sacarte de ahí. Por ahora solamente es improbable, que, por definición, es probable.
 Ya no me es tan fácil llorarte, solamente lo hago cuando te añoro demasiado, y pasa a veces... sobretodo por las noches.
Joder, las noches son terribles, son insoportables desde que no siento tu presencia a mi lado, tu calor.. Mi habitación se ve tan vacía sin ti que no paro de decorarla y redecorarla para que sea distinto de cuando estabas aquí. Para que nada me recuerde a ti.
 Pero aún sigues en ella, debajo de mi cama, guardado en una caja. Aún guardo entradas de cine, tickets de autobuses, cartas de (des)amor que no puedo leer sin empaparlas, un paquete de chicles, una cucharilla de un helado que nos comimos mientras recorríamos las calles de La Laguna escondiéndonos de las personas, siendo sólo tú y yo; el primer caramelo que me diste... la servilleta del bar en la que escribí tu número de teléfono por primera vez...

 Ya no espero nada de ti.
Esperé demasiado en algún momento del camino y me perdí por ello. Ya no espero losientos ni aúntequieros ni nada que haga que llegue a entender lo ocurrido. Ya no espero tus llamadas cada noche ni el autobús que me llevaba a tu casa (y mira que a veces se para a mi lado y me pregunta por qué no subo, y aún no sé responderle).  Ya no espero que toques mi puerta. Ni que vuelvas a ahorcarte entre las cuerdas de cada guitarra por mí, mientras cantar y frunces el ceño, y me miras entre los mechones que hacen de cortina, y me dediques tu canción. Ya no espero ser tu concierto ni tu escondite, ni tu confidente.
Sobretodo porque sé que no debo esperarlo.
Porque llevo demasiado tiempo esperando y me estoy cansando del mismo banco, del mismo parque, de la misma razón.


Y al principio quería escribirte para que sepas que estoy bien sin ti, que puedo sobrevivirte, que puedo dejar de lucharte y no siento más dolor. Y al final, cómo no, te digo la verdad (tienes ese maldito don de que me sincere contigo y no pueda ocultarte ni una mínima parte de mí).
Y a final, cómo no, te vuelvo a extrañar (se hace de noche).

Sé que llegará un día en que no quiera escribirte. Que ya no necesite decirte todo lo que me ocurre cada día y que no llore cada vez que abra esa caja llena de tu recuerdo, llena de ti. Sé que podré leer esas cartas sin sentimiento alguno y probablemente en vez de mirarlas con nostalgia empuñaré mi bolígrafo rojo y te corregiré las faltas de ortografía (¿recuerdas?) y luego volveré a guardarla. Y no tendré más necesidad de sacarte de ahí, de debajo de mi cama.
Estás mejor debajo de ella que encima.

 Así que léeme como si no supieras quién soy. Para ti soy una desconocida, una extraña (aunque no me extrañes). Léeme como si fueran letras y palabras nuevas para ti. Como si nunca te hubiera susurrado mis lamentos, como si yo no fuera nadie, como si no te llorase, como si no quisiera que me esperes, como si al final te agradeciera no conocerme ni querer conocerte nunca más.

06 marzo, 2012

Sol-edades

Hoy, al levantarme, mis sábanas yacían en el suelo, extendidas, llorando. Creo que gritaban tu nombre. Las he recogido, he vuelto a acurrucarme en ellas y les he dicho que no lloren más, que no volverás, que yo hace tiempo ya que perdí esa esperanza.. "Bendita ignorancia" pensaba antes cuando dejaba las almohadas llenas de lágrimas, que ellas no sabían a qué se debía tanta agua, tanta tristeza y dolor.. pero lo sentían (al igual que yo) cada vez que agarraba su piel y apretaba con fuerza hasta quedarme débil, o hundía la cara entre sus ropas y gritaba.
 Mi colchón ya no echa de menos tu cuerpo (qué mierda que yo sí...). Ya no recuerda tu olor porque todos los recuerdos que tiene mi habitación son en relación con el dolor, con mis gritos al llamarte sin recibir nunca una respuesta a mis porqués.
 Últimamente el Sol ha vuelto a asomarse por mi ventana. (Dice que echa de menos a La Luna, que se la devuelva, que no soy la única que debe hablar con ella.. que tiene más historias que escuchar. Y al final volveré a ser la única que se quede escuchando mi propia historia.) Añoro notarle sobre mi piel -ya blanquecina- después de tanto tiempo sin salir a visitarle. Por esa misma razón ha venido él a ver qué me ocurre pero sólo he dejado un pequeño huequecito entre las persianas para que me acaricie hasta dejarme dormir. Creo que deberá seguir viniendo a verme un tiempo hasta que tenga fuerzas de sobra para volar hacia él.