31 diciembre, 2012


Tengo un camino de hormigas que busca tu olor día tras día.
A veces les hablo y les cuento cómo eres
cómo fuiste.
Sonríen al saber que tus ojos me miraban intentando atravesarme,
que tus manos hacían mi cuerpo tuyo y me acariciaban como quien besa por primera vez a su musa.
Qué inocentes,
no saben de tus orgasmos,
de tus susurros,
de tu culo.
No saben de esas veces que venías descalza a mi cama,
te tapabas a mi lado y pegabas los pies a mí
buscando calor.

Nunca quise tanto unas pisadas frías en mis muslos
como cuando estabas aquí.
Unas labios fríos en mi ombligo,
como cuando te desnudabas para mí.
O una voz helada como la que tenías en mi cuello.

Tengo un camino de hormigas que me pregunta por ti día tras día.
A veces les digo que te quise y me querías
que te hice el amor cada noche de mi vida.
Rastrean mi cama y tus huellas
el hueco de tu cabeza en la almohada
y el vacío de la casa
desde que.

25 noviembre, 2012

Alguien me dijo una vez

 (ojo, no era un sabio, más bien un Dios de esos que sólo existen porque se habla de ellos) 

que utilizo demasiado la palabra “puta” cuando quiero expresar-me.

 Quién me iba a decir que me refería a ti,

 que caminas con un tacón más alto que otro para que mis ojos paseen por tus nalgas 

y se pierdan de sexo. 

Y de ganas. 

Que miras por encima del hombro y con labios rojos, 

que me llevas al infierno y te sigo con las manos atadas 

-quiera Dios que me las desates a mordiscos entre las sábanas-

y dejas tu huella en el cuello de mi americana, 

en el escote de mi blusa y en mis bragas, 

que las perdí la primera vez que viniste a mí 

dijiste mi nombre como quien saborea una tarta de fresa, 

y amor.

21 octubre, 2012

Eras una de esas personas que existen porque se piensa en ellas,
nunca tuve huevos de tocarte sin tu permiso,
de dejarme ser
contigo
De decirte que no a besar la vida, a perdernos en calles que nunca visité
que nunca creí fuese a pisar
y que ahora no recuerdo sus mapas.
Llegaste en volandas a volar mi mundo por los aires y darme la mano mientras caíamos al vacío
en picado
sin paracaídas

y desaparecer.

 Besabas mi cuello al compás de la música de bar
jazz, blues, rocknroll
sabías tocarme en todos los estilos. Pero tu aliento estaba vacío, siempre lo estuvo.
¿Cuánto hace que no te arañan de amor?(como yo lo hacía)

25 agosto, 2012

La primera vez que cogió mi mano nos despedíamos de Nueva York mirándonos a los ojos.
Prometimos volver en lo alto del Empire State y decía "For real" cuando me sonreía,
y me admiraba a mí y no a la ciudad
y yo le adoraba como quien canta a su musa.

La primera vez que le sonreí patinaba sobre hielo riéndose de mí porque yo no había aprendido nunca,
y me daba la mano y me dejaba llevar.
Sabía de sobra que le seguiría al fin de sus días.
Y llegábamos empapados de ganas y me rendía a los pies de su cama.

Él era impresionante. Yo, tan sólo una niña fácil de impresionar.

Lo reconozco y te admito,
que la primera vez que me dio dos besos yo ya sabía su nombre,
porque le había soñado durante toda una vida
que no es tanto si se compara con pasar un minuto a su lado.
Lo sé, lo sé... él se paseaba por Times Square sin levantar la vista de mis curvas,
y yo solo podía recompensarle las noches
a escondidas de las luces.

La primera vez que resbalé por su espalda grité
mientras él aferraba sus labios a mi cintura,
y deslizaba sus manos por todo mi cuerpo.
Y yo miraba el suyo para memorizarlo.
No me habléis de mapas
que yo hace tiempo que me sé sus lunares.
Y el sitio dónde tengo que besarle para que vuelque la mirada,
y conozco sus suspiros pidiendo guerra.
Y me transformaba en mujer durante unos minutos para deleite suyo.

Aquella noche estábamos solos
en medio de un montón de personas que también decían adiós.
Y nos mirábamos entre la oscuridad y nos adivinábamos las palabras
y las ganas.
Vimos amanecer vestidos, y nos desnudábamos mentalmente.
Y me daba la mano y yo no quería soltarle porque sabía que tendría que despedirme tarde o temprano.
Y nos cogimos con tanta fuerza como para tener nuestras manos entrelazadas para siempre.

La primera vez que le quise lo hice con miedo.
Y la última vez que cogió mi mano me iba en el primer avión a París.

10 junio, 2012

Porque a veces, conoces a alguien que, aún sabiendo de ante mano que no puedes llegar a ser la razón de su existencia, quieres conocerle más, y estar a su lado, y no sabes cuándo quitar la mano cuando se rozan... y hasta te atreverías a decir que es el hombre de tu vida.... de no ser porque la mujer de su vida no eres tú.
Llámame histérica,
llámame loca, estúpida, idiota, pequeña...
pero llámame.

08 abril, 2012

Té caliente para tardes frías.

 Cierra la puerta de su habitación, totalmente en orden, y se sienta. Tiene al lado su taza de té, demasiado caliente para empezar a beber. Está en pijama (o lo que ella considera pijama: una camiseta de su hermano mayor y unos pantalones que ni se ven debido al largo de dicha prenda), aún siendo las 17:56 de un domingo. Por su ventana solo se ve el mar, en calma, del mismo color que el cielo: gris; del mismo ánimo que ella con su moño mal hecho y sus babuchas.
 Sopla adentro de la taza, y sus gafas se llenan de vaho. Bebe. Aún está caliente, pero le gusta ese ardor en su garganta. Hace que se sienta viva.
 Ella agarra la taza con las dos manos, para calentarlas, y se queda sentada en la cama entre sus cojines, con la mente en blanco. No tiene ganas de pensar. Sólo escucha música del mismo grupo, la misma canción, aunque sabe que al final del día acabará aborreciéndola.
 Tiene a un lado sus peluches, y al otro sus apuntes de clase. Desvía la mirada al darse cuenta de todo lo que tiene que hacer para el día siguiente y se tira sobre su almohada, y mira al techo... "¿qué estará haciendo ahora?"
Y mira al fondo de su taza de té -con dibujos de Harry Potter- buscando respuesta entre las hierbas que han logrado atravesar el colador, deseando atravesar ella también el umbral de probabilidad de despertar en sus brazos.

21 marzo, 2012

Como si no muriese de necesidad.

Night is purer than day; it is better for thinking and loving and dreaming.
At night everything is more intense, more true.
The echo of words that have been spoken during the day takes on a new and deeper meaning.
- Elie Wiesel

Querido Albert.

 Hace tanto que no te veo en mis sueños. Ya no consigo verte aunque quiera. Mi subconsciente sólo jugaba a joderme dibujando escenas y escenarios donde aún me besabas y decías que alcanzaríamos el cielo... Qué ironía, fue el cielo lo que cayó encima de mí cuando dejaste mi vida.
 Ya soy feliz, o eso creen.
 Ahora sonrío y me paso los días riendo y por ello todos piensan que he superado todo y que soy fuerte... pero yo no sé aún qué pensar.
 Es cierto, ya no te sueño. Ya no me cuesta tanto dormirme ni me acuesto con miedo a verte cuando cierre los ojos. Ya no despierto las madrugadas llorando, gritando tu nombre, pidiendo que vuelvas. Ya no grito, no... eso es lo peor, que ahora todo queda en mí. Estabas tan dentro de mí que cada vez lo estás más y llegará un momento que será imposible sacarte de ahí. Por ahora solamente es improbable, que, por definición, es probable.
 Ya no me es tan fácil llorarte, solamente lo hago cuando te añoro demasiado, y pasa a veces... sobretodo por las noches.
Joder, las noches son terribles, son insoportables desde que no siento tu presencia a mi lado, tu calor.. Mi habitación se ve tan vacía sin ti que no paro de decorarla y redecorarla para que sea distinto de cuando estabas aquí. Para que nada me recuerde a ti.
 Pero aún sigues en ella, debajo de mi cama, guardado en una caja. Aún guardo entradas de cine, tickets de autobuses, cartas de (des)amor que no puedo leer sin empaparlas, un paquete de chicles, una cucharilla de un helado que nos comimos mientras recorríamos las calles de La Laguna escondiéndonos de las personas, siendo sólo tú y yo; el primer caramelo que me diste... la servilleta del bar en la que escribí tu número de teléfono por primera vez...

 Ya no espero nada de ti.
Esperé demasiado en algún momento del camino y me perdí por ello. Ya no espero losientos ni aúntequieros ni nada que haga que llegue a entender lo ocurrido. Ya no espero tus llamadas cada noche ni el autobús que me llevaba a tu casa (y mira que a veces se para a mi lado y me pregunta por qué no subo, y aún no sé responderle).  Ya no espero que toques mi puerta. Ni que vuelvas a ahorcarte entre las cuerdas de cada guitarra por mí, mientras cantar y frunces el ceño, y me miras entre los mechones que hacen de cortina, y me dediques tu canción. Ya no espero ser tu concierto ni tu escondite, ni tu confidente.
Sobretodo porque sé que no debo esperarlo.
Porque llevo demasiado tiempo esperando y me estoy cansando del mismo banco, del mismo parque, de la misma razón.


Y al principio quería escribirte para que sepas que estoy bien sin ti, que puedo sobrevivirte, que puedo dejar de lucharte y no siento más dolor. Y al final, cómo no, te digo la verdad (tienes ese maldito don de que me sincere contigo y no pueda ocultarte ni una mínima parte de mí).
Y a final, cómo no, te vuelvo a extrañar (se hace de noche).

Sé que llegará un día en que no quiera escribirte. Que ya no necesite decirte todo lo que me ocurre cada día y que no llore cada vez que abra esa caja llena de tu recuerdo, llena de ti. Sé que podré leer esas cartas sin sentimiento alguno y probablemente en vez de mirarlas con nostalgia empuñaré mi bolígrafo rojo y te corregiré las faltas de ortografía (¿recuerdas?) y luego volveré a guardarla. Y no tendré más necesidad de sacarte de ahí, de debajo de mi cama.
Estás mejor debajo de ella que encima.

 Así que léeme como si no supieras quién soy. Para ti soy una desconocida, una extraña (aunque no me extrañes). Léeme como si fueran letras y palabras nuevas para ti. Como si nunca te hubiera susurrado mis lamentos, como si yo no fuera nadie, como si no te llorase, como si no quisiera que me esperes, como si al final te agradeciera no conocerme ni querer conocerte nunca más.

06 marzo, 2012

Sol-edades

Hoy, al levantarme, mis sábanas yacían en el suelo, extendidas, llorando. Creo que gritaban tu nombre. Las he recogido, he vuelto a acurrucarme en ellas y les he dicho que no lloren más, que no volverás, que yo hace tiempo ya que perdí esa esperanza.. "Bendita ignorancia" pensaba antes cuando dejaba las almohadas llenas de lágrimas, que ellas no sabían a qué se debía tanta agua, tanta tristeza y dolor.. pero lo sentían (al igual que yo) cada vez que agarraba su piel y apretaba con fuerza hasta quedarme débil, o hundía la cara entre sus ropas y gritaba.
 Mi colchón ya no echa de menos tu cuerpo (qué mierda que yo sí...). Ya no recuerda tu olor porque todos los recuerdos que tiene mi habitación son en relación con el dolor, con mis gritos al llamarte sin recibir nunca una respuesta a mis porqués.
 Últimamente el Sol ha vuelto a asomarse por mi ventana. (Dice que echa de menos a La Luna, que se la devuelva, que no soy la única que debe hablar con ella.. que tiene más historias que escuchar. Y al final volveré a ser la única que se quede escuchando mi propia historia.) Añoro notarle sobre mi piel -ya blanquecina- después de tanto tiempo sin salir a visitarle. Por esa misma razón ha venido él a ver qué me ocurre pero sólo he dejado un pequeño huequecito entre las persianas para que me acaricie hasta dejarme dormir. Creo que deberá seguir viniendo a verme un tiempo hasta que tenga fuerzas de sobra para volar hacia él.

07 febrero, 2012

Te lloré hasta quemarme por dentro.

Hoy he tirado tu última fotografía.
Ha sido justo al llegar a casa,
Sara me estaba esperando, sentada, tranquila, para comer
tenía el televisor encendido y la cadena cuatro, para ver Castle, cómo no.

Espera un momento he dicho
y he subido a mi habitación a buscarte y ahí estabas aún,
en una caja de zapatos, dentro de un viejo cajón debajo de mi cama,
tapado con sábanas y mantas (supongo que el día que te guardé no quería ni que subiera tu olor desde ahí abajo)
y así había sido hasta hoy.
Te busqué, y te recordé
después de mucho tiempo sin permitirme pensar en ti.

Ahí estabas tú y todo lo que me hacía llorar.
Tus fotos, tickets de autobuses de alguna salida contigo,
el primer caramelo que me diste,
una cucharilla de helado,
recibos de esas cafeterías que nos gustaba descubrir los días de lluvia para refugiarnos del frío..
y aquí estoy ahora yo
refugiándome de ti.
Dejando que el frío entre en mí y se apoderé de todo lo que un día quise.

Hoy sentí tanto dolor al mirarte a los ojos y decir te odio... me costó tanto decírtelo. Decirte la verdad.. Es algo sarcástico, que me duela decirte la verdad y a ti ni te conmueva que te hable de ese modo.

Después de tanto tiempo
después de tanto que sentí(mos)
después de haberte mirado diez millones de veces para decirte te amo hoy me sorprendí de mí misma cuando solté esas dos palabras...

Así que
eso... cogí tus fotografías
mi papelera de Mickey Mouse (te acuerdas? ya estaba para el arrastre)
y he incendiado tu recuerdo.
tu daño.
mis heridas.
mis lágrimas.
y tu puto ego
hasta reducirlo a cenizas.

Estoy tan cansada de esperarte
que me estoy yendo sin ti.
Ya no te necesito en mi vida(aunque una vez lo fuiste, personificaste la palabra vida hasta convertirla en tuya) y me pone enferma saber que te la llevaste contigo... por eso me estoy fabricando una nueva, donde ser feliz sin ti.

(Ya no quiero echarte de menos. No quiero necesitarte nunca más. Hasta ahora no había sido capaz de volver a escribirte y creo que pasará mucho tiempo hasta que vuelva a ocurrir. Un milagro de los dioses. Algo así como el amor...)

03 febrero, 2012

De camareros y camarillas

Marta volvió a ese pequeño y curioso café que le habían enseñado sus amigos en un intento de hacer que volviera a sonreír. Había estado allí unas siete veces y ya conocía cada mesa y a cada camarero, y uno de ellos se acercó ese día a ella y comenzó a susurrarle, alzando cada vez más la voz, con su irresistible acento argentino, para que oyeran todos los que estaban allí en ese momento.

 - Preciosa, sé que siempre bromeo con vos y he podido decirte más de cien veces que te lamería el cuerpo entero... Pero necesito hablarte de algo real.. Tenés un cuerpo increíble y sos maravillosa, pero no sabés explotarte.
 - ¿A qué te refieres, Rubén?
 - A que sos preciosa y tenés un cuerpo de muerte, a quién vamos a engañar... estás buenísima, nena. Pero no sabés sacarte partido, y ¿sabes qué es lo primero que tenés que hacer para poder sacarte partido? Creértelo. Así que prometeme que la próxima vez que vengas a verme, vendrás increíblemente bonita, porque ya sos bonita con tus jerséys y tus tenis, pero sé que sos más increíble todavía si te vistieras como debes vestirte teniendo tu edad, y no dejes jamás que nadie vuelva a hacer que te sientas fea, o miserable, porque sos una mujer maravillosa.

30 enero, 2012

I believe I can fly~

Y todo desapareció. Fue como una explosión. Una de explosión de sentimientos e ideales. Nunca había sentido tanto en algo tan mísero como es un beso. Y sólo éramos tú y yo, y nos convertimos en nosotros. Y sentí tanto. Y me gustas tanto. Y me vuelves loca. Y sólo soy por ti. Vuelvo a ser feliz. Gracias a ti ahora sé que puedo pisar fuerte con cada paso. Que no he de temer a nada. Fue mejor que todo lo que ya había sentido antes. Fue mejor que todos. Eres mejor. Mucho más, y mejor.

09 enero, 2012

Hoy, aquí sentada, sonrío.

Siempre que escribo, no sé por qué razón exactamente, me dirijo a alguien. Creo que echaba tanto de menos que alguien escuchase mis pensamientos estupideces que necesitaba creer que aún está ahí... Pero no lo está, y he de aprender a vivir así.
Hay veces que sí, que odio sentirme sola -estar solo es una opción; sentirse solo, no- y lo admito. Porque a veces aún recuerdo cómo se erizaba mi piel cuando me rozaba, o cómo me cantaba al oído mentiras que disfrazaba de canciones. Aún tengo en mi mente cada una de sus miradas e incluso todavía no entiendo nada... Pero hace tiempo ya que dejé de intentarlo. Que simplemente acepté que ocurrió.

Estoy tan bien ahora mismo...
No muchas veces, pero sí hay momentos en los que me siento tan grande.. y hacía tanto que no me sentía así que creo que es el mejor regalo que podría tener ahora mismo. Tengo tantos amigos que ahora maldigo las veces que quise acabar con mi vida porque no sería nada justo para ellos -ni para mí, por perderme para personas así-.

Ya no echo de menos, porque aprendí que no tengo necesidad de añorar lo que tanto daño me hizo. Y creo que es una de las mejores lecciones que me ha dado la vida.

Ojalá el dolor no vuelva, pero si vuelve: aquí le espero, con mi escopeta de sonrisas en la mano.