El tiempo es un hijo de puta. Pasa como le da la gana y nos cambia a su antojo. Así la semilla se hace margarita, la margarita vive y luego marchita... Y el amor se va con su último pétalo... y nunca son suficientes para los "Me quiere, no me quiere, me engaño a mí misma, me engaña él, soy idiota-pero le quiero..."
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