27 noviembre, 2011

 Las luces han comenzado a apagarse. Ya
sólo hay silencio.

Telón.

Salgo a escena (esta vez me toca ser la primera)
deseando que cuando el escenario se ilumine
te des cuenta de que estoy justo en su centro. (Y ojalá que pienses: ojalá fueras mi centro).

 Comienzo a hablar
tiemblo.
 Tú lo notas enseguida. Siempre has notado cuándo me pongo nerviosa.

Tienes ese puto don de no poder esconderte nada.

 La obra va bien. Sergio se olvida de un par de frases,
yo me cabreo desde detrás del telón.
Vuelvo a salir a escena
hago el paripé...
pero todo lo intento hacer perfecto.

 Quiero ser la mejor actriz del mundo
tan sólo porque estás tú en primera fila
para ponerme aún más nerviosa y desear bajar
a sentarme a tu lado.

Hablo hacia el público

te miro

¡ Joder, no me hagas sonreír !

Telón.

Salimos.

Todos aplauden y se levantan mientras se vuelven a encender
las luces.
 Vienen un montón de personas a abrazarme y darme la enhorabuena...

y tú te quedas el último...

" ¡Ven y abrázame! " pienso

y eso haces.
 Te acercas a mi oído y
me dices todos los fallos que he cometido a lo largo de la obra.
Mira que eres capullo,
pero en realidad sé que lo haces porque quieres que mejore.

Me abrazas.

Telón. Y el resto del mundo ya no existe.

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